miércoles, 1 de septiembre de 2010

Lunes 31 de Mayo de 2010

El 109 del lunes es más agitado. Un golpe de suerte me otorgó un asiento inesperadamente.

A veces pienso en que alguien se detenga a leer lo que escribo (como haría yo si estuviese en su lugar) y me río sola: Una chica con dificultades motrices causadas por el exceso de abrigo se sienta y se apura a sacarse la mochila para desenfundar cuaderno y birome. Cualquiera diría que está escribiendo algo importantísimo por la ansiedad con la que abre la mochila  y saca sus cosas, pero no, no son más que las desventuras del poema que ha logrado obsesionarme y que tarde o temprano atesoraré en estas páginas.

Son las cinco de la tarde, la hora en que los chicos salen del colegio. Volver a mi casa a esta hora me hace sentir una niña. Llego y me tomo un café con leche cuando todavía hay luz.

"Canastas podridas" 

Eso es todo lo que logré rescatar recién. Esta vez el inconveniente fue la velocidad. El conductor de las cinco de la tarde está más apurado que el de las nueve del viernes.Yo creo que también quiere llegar a su casa a tomar el té con luz. Llegar y que haya olor a café, y en una de esas facturas.

Llegó mi parada.

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